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Capítulo 11: Raptados


Hacía poco que Manuel había hecho un amigo nuevo.

Pancho.

Había ido a la cafetería para ver cómo era, y se encontró con aquel chico. A vista de Manuel era muy simpático y amable. Más que Martín... Bueno, no empecemos de nuevo.

Él era diferente a los demás. Además, tenía poderes, pero no estudiaba porque decía que los usaba simplemente para ayudar a su hermana Catalina, quien tiene los mismos poderes que él. Su poder le permitía mover objetos con la mente. Era una especie de telequinesia, sólo que también puede atraer objetos que están lejos, como teletransportarlos.

Era bastante dulce pensar que podrían ser amigos... ah no, ¡es que lo son!

Todo empezó cuando...

— ¡¿QUÉ COÑO HACE ESTA TORTUGA EN EL BAÑO?!

— Oh sorry, es mía.

Y algo así... un poco estúpido, pero la verdad fue divertido pensar algún día que se conocieron así.


Manuel seguía pensando. Seguía pensando, y dejando volar el lápiz y caer en el suelo, volver a recogerlo, escribir, otra vez dejarlo volar... y no, no es un lápiz de la Unión Soviética, sino que Manuel es a veces tan torpe que no controla sus dedos, y se le escapa cualquier cosa, o "weá" como dice él.

Martín vio cómo estaba en babia en plena clase de Historia. Miró para ambos lados, se mordió el labio inferior, se giró un poco hacia su izquierda y arrancó una hija de su libreta. Hizo una bola esa hoja de papel y apuntó hacia el moreno. La lanzó.

Manuel miró rápidamente hacia ambos lados, buscando al culpable. Pero no tenía ganas, así que volvió a quedar adormilado... otra bola.

¿Quién coño es?

Martín le estaba hablando con señas, pero Manuel tenía la vista demasiado nublada por el sueño como para verlas.

Martín gruñó, tratando de no captar la atención del profesor, de nombre Eucaliptus, pero sus amigos le llamaban Euca. Estaba en plena rabieta, cuando el profesor se dio la vuelta, dejando en shock a Martín. Por suerte, el profesor se dio la vuelta para buscar sus gafas y ver a los alumnos mejor. Martín aprovechó para sentarse correctamente. Seguía mirando de reojo al moreno, que ya estaba babeando y con la cabeza en Dios sabe dónde. El rubio negó con la cabeza e hizo una especie de facepalm, pero con su libreta.

Miguel, que estaba sentado tras Manuel, le estaba dando con el lápiz en la espalda y en el hombro.

Y ahora toda la clase intentando que despertase antes de que el profe se diese cuent...

— ¡¡¡José Manuel González Rodríguez!!! —el profesor dio un golpe fuerte sobre la mesa, poniéndole los pelos de punta a toda la clase— ¡¿Se puede saber qué hace usted dormido?!

Manuel era un experto en esto, algo en lo que nadie nunca antes se dio cuenta. Levantó la cara, y puso las manos encima de la mesa, mirando fijamente al profesor.

— Es que no veía bien, me he dejado las gafas igual y tampoco entendía... así que decidí mirarlo más de... más de cerca —Manuel miraba con las pupilas a toda la clase. Todos y cada uno de sus compañeros tenían la mandíbula inferior en el suelo, y las pupilas dilatadas del susto.

El único que sabía lo que realmente había pasado era Miguel. Ah no, y Martín.

El profesor se cruzó de brazos, negando con la cabeza y apuntando su nombre en la... en la pared de castigos.

Mierda.

Martín se comía las uñas, y Miguel, por no comerse sus uñas, empezó a roer todos y cada uno de sus lápices.

Sebas se rascaba la cabeza, María miraba hacia todos los lados con la mano puesta en la boca, y todos los demás a saber qué.


A la hora del recreo, Martín se acercó como cual rayo a hablar con Manuel, que estaba sentado y siendo vigilado por el profesor.

— Oye che el de las pelotas era yo...

— Aquí todos tenemos pelotas, weón.

— No, no esas pelotas, digo las bolas de pepel.

— ¿Hay alguien que se llama Pepe?

— No boludo, me he equivocado otra vez. Papel, quería vocalizar.

— Ah...

— Si tenés alguna duda sobre el tema, podés preguntarle al profe, que está ahí mirando por la ventana. Yo ya me tengo que ir... chau.

— Chao.

Martín abrió la puerta y salió despegando como si tuviese un cohete en el culo.

"Puedes preguntarle al profe"

Manuel asintió con la cabeza y llamó al profesor por su nombre de amigo. Este le respondió:

— Dime, González.

— Dígame Rodríguez, mejor —Manuel se levantó de la silla y trazó un mapa muy rápidamente.

Mapa SNA

— ¿Qué es eso? ¿El Círculo Celestial?

— En efecto —Manuel se dio la vuelta y entrelazó los dedos—. Quiero que me diga... ¿es verdad que falta un signo elemental?

— Veo que ha estado en la biblioteca —el profesor asintió, satisfecho y continuó—. Le puedo decir con total seguridad que sí, falta uno. Y ese es el suyo, Manuel. Falta el elemento del hielo. Aún no se ha hallado su ubicación, pero pronto la encontraremos, muchos arqueólogos han estado excavando en busca de la plataforma. Pero aún no tenemos noticias recientes...

— ¿Me puede usted decir si alguna vez haremos una excursión hacia allí? —dijo Manuel, interesado y puesto— Quiero investigar yo también, para eso soy yo el individuo del Control Absoluto del Hielo. Me gustaría visitar ese lugar, y es bastante importante. Le aseguro que podría ayudar...

(!)

— Lo hablaré con el señor Fernández, pero no le aseguro nada. Me complace su interés por el Cicele, Manuel. Siga así y llegará muy, pero que muy pronto a ser... ¿Caballero Élite?

— Sí, escogeré Caballero —Manuel sonrió—, y haré equipo con el Dragoon, Martín y con Miguel, que creo que es Aria, pero también lucha con sus garras. Muchas gracias por su información.

— Puede irse, le levanto el castigo.

Y así, se fue a su cuarto.


— Mañana iremos de excursión al Cicele, preparen las mochilas.

— Uhh... —todos se miraban entre sí, mientras, Manuel sonreía.

— Habrán bastantes monstruos por el camino, así que mejor que se lleven medicinas y etcétera. Mientras, demos la clase de Educación Física.

Manuel levantó la mano, y el profesor le dio la palabra.

— Oiga profe, ¿los demonios tienen un propio idioma?

— Exacto. Es un idioma indescifrable aún, pero se está investigando. ¿Por qué quería saberlo usted?

— Quería encontrar la manera con la que comunicarme con ellos, no creo que en realidad quieran hacernos daño por cualquier motivo. Debe de ser uno grave...

El profesor asintió con la cabeza, se ajustó las gafas y ordenó que se hiciese la fila para salir al patio. Todos los alumnos se alinearon y bajaron en silencio por la escalera, aunque Martín se tropezó y comió suelo.

Al salir, les esperaban unos cuantos blancos.

— Hoy voy a pedirles que usen su arma —el profesor daba vueltas de un lado a otro de la fila—. Recuerden que los Aria no pueden usar los versos de la biblia en este caso, los blancos no son demonios. Si hay algún Aria desarmado aquí, puede usar invocaciones de dioses. Miguel, tú eres Aria, ¿cierto?

— Purr supuesto.

— ¿Podrías hacer una demostración de invocación?

— Ehh, supongo, ¡vale!

Miguel se arañó el dedo, dejando salir un chorro de sangre. Esta, cayó en un papel con un signo japonés destacado por la invocación de dioses.

— ¡Invoco a el Dios de la fauna, y por la Celestialidad de su progenitor!

El sello comenzó a brillar, y de ahí salió un grifo extremadamente enorme. Superaba a Miguel por diez o más cabezas.

Miguel, sin pensarlo, montó en aquel Dios demoníaco y ató las riendas.

— ¡Ya esta prrofe!

— Quiero que le tomen como ejemplo, Arias —miró a María, que igual era Aria por seguir los pasos de Miguel—. María, ¿cuál es tu Dios?

— Los Dioses de la fertilización y la cosecha... pero muchas veces no me hacen caso.

(!)

— ¡Ah! —el profesor logró captar la atención de todos los alumnos— Un Dios demoníaco nunca obedecerá a un ser humano que sea más débil que él. Quiero que tengan ojo con eso, porque el demonio se volverá contra el Aria y lo matará. Así que si no se sienten seguros de sí mismos, ni se les ocurra invocar un demonio. ¿Manuel? —el profesor se puso delante del moreno y alzó una ceja— Veo que es usted el único Caballero de la clase. ¿Puede hacernos una demostración de lo que sería un Caballero con el Control Absoluto del Hielo?

Y dicho esto, Manuel se arrancó el parche, dejando aquella marca a la vista de todos. Hizo unas señas delante del sello simbólico de su mejilla, e introdujo la mano para luego sacar una espada cubierta de hielo.

— Y voilá —dijo, alzando la espada al aire.

— Martín, quiero ver el poder de tu bazo...

Martín le dio a un botón, apretó el gatillo y provocó una explosión descomunal, tanto que deforestó una gran parte del bosque cercano.

— Es suficiente.

Martín sonrió, con la cabeza en alto. Mierda, se le había subido el ego... ahora ya no hay quien le quite esa autoestima de la camoya.

— Procedamos con el entrenamiento. Martín, comience usted, luego Manuel, Miguel, Sebastián, María, Julio, Luciano, Pedro e Itzel.

Martín reventó medio campo. Manuel lo congeló. Miguel rompió en pedacitos el hielo, haciendo una obra de arte helada. Sebastián hizo volar todo el hielo que sobraba. María adornó la escultura con flores y árboles y setos alrededor. Julio comprobó la estabilidad de los árboles lanzando rayos. Luciano se encargó de comerse las piedras que habían por en medio (su poder era el de la Tierra, así que su comida favorita era la tarta de piedra con barro). Pedro corrió rápido alrededor con Itzel, haciendo desaparecer cualquier desperfecto.

Entonces, hicieron una verdadera obra de arte, pero los blancos estaban totalmente intactos. El maestro negó con la cabeza e hizo facepalm.


Llegó el día de la expedición. Miguel no había dormido nada y tenía unas ojeras enormes. Manuel seguía con el celular en la mano, haciendo ruiditos extraños, y Martín estaba que evaporaba el agua.

(!)

— ¡Expedición, expedición, expedición~! —decía, mientras saltaba alrededor de Manuel y Miguel.

— Imbécil, imbécil, imbécil —decía Manuel en respuesta, sin apartar la vista de su móvil.

— Meow —Miguel cayó al suelo con el culo levantado, suspirando y a punto de llorar.

— Vamos Migue, ¡si ya queda pooocoooo~!

— Tendremos que aguantar hasta que Martín se muera —dijo sarcásticamente Manuel, gruñendo al perder una partida de dios sabe qué.

Frente a ellos, comenzaba a elevarse las porciones de tierra, hasta llegar al pie del Magnífico Monte Ururu.

— Y dicen que... ¿tenemos que escalar este mojón? —insinuó el moreno, moviendo la cabeza, frunciendo el ceño y alzando una ceja.

— ¡Sí, ¿no es emocionante? lo pasaremos re copado! —Martín estaba que daba saltos.

Manuel le metió un codazo al rubio en la frente.

— Imbécil


Todos estaban con la lengua fuera cuando por fin alcanzaron la copa de la gran montaña. Manuel había estado escuchando música desde su móvil con audífonos, y Martín cantando, saltando y moviéndose de un lado a otro. Pedro, el mexicano, tuvo que cargar a Miguel a caballito para que no se desmayase o algo por el estilo.

— Puta madre —Martín se apoyó en un árbol, abrió su mochila y sacó una botella de agua.

— ¡Ja, ja, por aweonao! —Manuel lo miró y se rió de él, de Martín, del torbellino que era antes de subir "aquel mojón monumental".

— Bien, ya que estamos, paremos en este lago a descansar, ha sido un largo viaje —dijo el profesor, mientras se secaba el sudor de la frente—. Mientras, voy a aprovechar para contaros acerca de los lusus. [1]

(!)

— Un lusus —continuó—, es una criatura ancestral adecuada para cada uno de vosotros. Se usó un lusus diferente para cuidaros a cada uno, alejándoos de vuestros padres por un tiempo hasta controlar el poder sobre los elementos. Es curioso, pero la fuerza del lusus se adapta a tu masa muscular y a tu fuerza. Lo sé porque mañana voy a llamar a vuestros respectivos lusus para que echéis un ojo al pasado.

Y con esto, se concluyó.


Manuel babeaba, ya estaban en... ¡el Cicele!

Costó tres años, pero merecía la pena... todo era precioso, más la ciudad que se encontraba a la derecha mirando al mapa y a la izquierda desde el Ururu. Martín y Miguel jugaban a encontrar una luz apagada en aquella ciudad, y Manuel jugaba a descartar teorías sobre qué podría estar pasando.

Era bueno pensar que él es elegido y tal, y que siempre fue una excepción del grupo. Que le ascendieron a Élite el día anterior por estar tan capacitado, y que tiene una personalidad un tanto extraña... pero da igual.

Manuel es huraño, detesta estar rodeado de personas, como ahora mismo... es claustrofóbico y muy nervioso a veces.

Pero ahora había que llegar hasta pies del Cicele para poder contemplarlo con su total magnitud.


Al llegar, todos cayeron al suelo, cansados. Manuel seguía sin perder la compostura y disimulando su cansancio.

— Como podéis ver perfectamente —el profesor interrumpió los jadeos de los chicos sedientos y cansados para hacer una breve explicación del asunto—, falta un símbolo, y ese es el de Manuel. Pronto llegará un guía y...

De repente, les sorprendió una detonación en uno de los lados de la Barra protectora. Era color verde lima, e hizo que el tiempo se cubriera por una extraña neblina verde fosforito, impidiendo ver a los alumnos. Martín sorprendió con un vozarrón:

— ¡Venid todos, quedémonos juntos o nos perderemos!

Cuando estaban todos en el mismo lugar, el profesor se limitó a contar los alumnos.

— Falta alguien...

artín miró hacia todos lados intentando encontrar la mirada brillante y color ámbar del castaño, pero no había rastro.

— ¡¡¡FALTA MANUEL!!!

Todos empezaron a gritar de horror tras la pérdida del chico. El profesor seguía indiferente.

— No podemos pararnos aquí. Seguramente haya muerto —se ajustaba las gafas, serio y brillante.

— ¡¿Usted está maraco?! ¡¡¡Esta puta niebla se está llevando a mucha gente al carajo, y, nosotros, aquí parados!!! —Martín negó con la cabeza, mirando y apretando la mandíbula, intentando fijar la vista en los puntos más lejanos de visibilidad que tenía por culpa de la niebla.

Otra explosión azotó el cielo. Un chico moreno, bajito y ágil estaba saltando hacia el cielo de una manera increíble, soltando carámbanos de hielo y arrojándoselos a otro chico, rubio, alto, de cejas pobladas y una capa verde.

— ¡¡¡Manuel!!! —Martín corrió hasta perderse entre la niebla, pero ya no le importaba, quería ver a su amigo— ¡¡¡Manuel!!!

— ¡¡Martín aparta maraco!!

En ese momento, Manuel aterrizó en el suelo provocando un temblor del suelo increíble, y convirtiendo en hielo varios metros alrededor suya.

Estaba lleno de heridas, pero no había sangrado ni nada. Martín se alegró, por una parte preocupado por la situación.

Entonces, desde el fondo de la niebla, unos tentáculos verdes agarraron a Manuel y lo arrastraron a un agujero negro.

— ¡¡Mierda!! ¡Puta, ¿qué fue eso?! —Martín corrió hacia donde se hallaba el principio de los tentáculos. Era el chico que antes vio peleando con Manuel.

Hello —dijo, quitándose la capucha color verde oscuro—, mi nombre es Arthur y... bueno, no hace falta la presentation. Bye, bye, trasandino~

— Qué mierd...

— ¡¡Martín aweonao!!

Y fue lo último que escuchó. Se le nubló la vista por completo, viéndolo todo negro y sintiendo cómo caía al suelo.


— Martín, despierta.

Era María. Por una vez se alegraba de verla, una pista más de que seguía con vida. Todos se abalanzaron a Martín, felices, pero este frunció el ceño, apartándoles a todos.

— ¿Y Manuel?

Silencio.

Los alumnos se miraban entre ellos, algunos con lágrimas en los ojos y otros ya llorando a todo pulmón.

— Le hemos perdido

Martín negó con la cabeza, se levantó como un rayo y corrió en círculos, mirando hacia arriba, a lo lejos, a lo cerca y dentro de sus pantalones.

— ¡No!

Gritó aquello y corrió hacia el Cicele, aún cubierto por la niebla.

Pero no encontró nada.

— ¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!

Se arrodilló y se puso las manos en la cara, llorando, sin importarle lo que ellos digan.

— ¡¡Manuel tiene que estar vivo!! ¡¡Esto no puede estar ocu...!!

Miguel abrazó a Martín con pena, y le dio palmaditas en la espalda.

— Tranquilo, yo pienso como tú y esto va a salir purr cuatro patas —le susurró, sonriendo y separándose de nuevo.

No puede estar pasando.

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Puntos (!)[]

¡Bien, chicos! Son buenos lectores si estuvieron fijándose en ellos.
¡Empecemos!
  • Primer punto: ¿Sabían ya que falta un símbolo en el Cicele? Curiosamente, es el de Manuel, y muy lejos del poseedor no suele estar el signo.
  • Segundo punto: Cuando un Dios demoníaco es invocado, este ataca a el invocador si no ve el máximo nivel de confianza. Sin embargo, estos Dioses nunca atacaron a María, y además ella es muy segura de sí misma. ¿Será un dato adicional de personalidad de esta protagonista o de este tipo de demonios?
  • Tercer punto: ¿Por qué estaba cansado Miguel?
  • Cuarto punto: ¿Por qué recordó el maestro a los lusus en esa situación? ¿Será porque ha visualizado alguno cerca? Además, un dato muy importante de Euca es que tiene visión rayos X, su poder principal, pero no menos potente que el de los demás.

Anotaciones[]

  1. Créditos a Homestuck por la idea, quería que hubiese algo parecido en esta novela para dar más intensidad al relato y más trama.
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