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Era el momento de la eclosión de los huevo de Flabébé, es decir, mediados de primavera. La naturaleza así lo decidió para que estos se agarren a una flor cuanto antes, así no morirían. Se supone, que cuando uno no consigue una flor en menos de 12 horas, fallece. Se dice que es porque su flor es como su propia vida, es por eso por lo que no la sueltan nunca.

Esta es la historia de la familia Huaytalla, una familia Tesaliense que, como regalo de bienvenida a Kalos, recibieron un pequeño Flabébé, con la flor azul. Actualmente ese Flabébé ha crecido, ha evolucionado y es un precioso Florges. Ese Florges ha tenido dos huevos, algo extremadamente extraño, y, sí, uno de esos soy yo.

Faltaban unos 20 minutos para la eclosión, estaban todos los medios de comunicación por ahí, cerca de la guardería… porque muchas noticias, telediarios, etc., se forraban emitiendo el nacimiento de las Flabébé. Algunas cadenas llegaban a ser líderes en su franja horaria gracias a su retransmisión.


— ¡Exactamente Susana! ¡Aquí estamos a punto de la eclosión de los huevos, muy cerca de ver el repertorio de tantos Flabébé volando desde el momento en el que salen de su cascarón! ¡Aquí podéis ver a todos huevos, amontonados pero con cuidado de que no caigan, si no sería un chasco muy grande para sus entrenadores! ¡Les mantendremos informados sobre el caso! Os devuelvo la conexión —Soltó un reportero en apenas 15 segundos—.

— ¡Mamá! ¿Cuándo salen ya los Flabébé? —pataleó Ly— ¡Yo quiero ver ya al hijo de Florges!

— Tranquila, hija, aún quedan más de 20 minutos. ¿Quieres que hagamos algunas palomitas para que comamos mientras? —le contestó la madre, intentando consolarla—

— ¡SIIII! —y se fue directa a la cocina a ayudar a su madre—


Yo sentía ya la obligación de salir ya de mi huevo, y ser libre… Pero, debería de ser un sentimiento, tengo que hacer caso a la naturaleza y no dejarme guiar por mí misma… Pero, ¡tenía que hacerlo! ¡Tenía que salir! Lo siento, madre naturaleza…

Lo hice, de hecho, también había otras Flabébé fuera, creo que todas salimos casi a la vez, todas las personas que estaban cerca ovacionaron tan fuerte que incluso me asusté.


— ¡Lo siento Susana por cortarte! ¡Pero ha ocurrido algo insólito! ¡Han salido cuatro Flabébé antes que ninguna! Y… ¡Sí! ¡Lo confirmamos! ¡Todas son variocolor! ¡Es la primera vez que pasa esto en la historia de Kalos!


No entiendo nada... ¿Cómo que variocolor? ¿Qué significa eso? Éramos todas iguales.


— ¡Ostras! —se va corriendo Ly de nuevo al salón— ¡Mamá, ya han salido algunos Flabébé!

— ¿Cómo que algunos? ¿Algunos cuantos son? —respondió la madre extrañada desde la cocina—

— Pues unos... —contaba— Unos cuatro. ¿Es alguna de ellas la hija de Florges?

— ¿Cómo que cuatro? ¿Solo cuatro?

—Sí, ¿es alguna de ellas la hija de Flabébé? —insistió Ly—

—Emh… Espera —se dirigió hacia el salón—. No sé, no se distinguirlas muy bien.


Bueno, pues resulta que me asusté, pegué un pequeño chillido aunque me dejé guiar por el viento igualmente.




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Y sí, éramos cinco, no cuatro. Cada una teníamos un apodo para distinguirnos. Yo era La Fina, otra era La Carmen, otra La Pepita. Una era La Marisó, que me caía estupendamente, y bueno... Otra era La Encarni, oy que disgustos me pegaba esa chica. En verdad no, éramos Gema, mi apodo, Alba, Alma, Laia y Amaia.

Estábamos todas corriendo, jugando al pilla-pilla, a ver quien era más rápida (que por cierto gané yo), y mucho más. La verdad es que habían pasado unas dos horas y todavía no habíamos recogido ninguna flor, pero es que estábamos tan bien, aquí jugando, haciendo el payaso… En definitiva, un rato de los que no se olvidan.


— Y bueno… ¿Qué tal si vamos recogiendo algunas flores? No quiero seguir aquí, ya me aburro —dijo Laia—.

— Venga ya, eres muy tonta, quedémonos aquí jugando un poco más —contestó Alba—.

— Eh… Vale… —le contestó Laia como triste—


Parece que Laia era un poquito lerda... Y Alba bastante borde. Pero bueh. Realmente me da…


— ¡¿QUÉ PASA!? —gritó Alma— ¿¡ESTAMOS SUBIENDO!?

— ¡SÍ! —contestó gritando Amaia—


Cerrámos los ojos los ojos, y en un milisegundo…


— ¡Wow! ¡Estamos en las nubes!


Sí, al parecer estábamos en una corriente ascendente, y, subimos tanto que al parecer acabamos en una graaaan nube de color amarillo, totalmente esponjoso, donde se veía el solmuy grande y hermoso, y había pequeños montículos dónde se podía jugar perfectamente. Allí nos tiramos 20 minutos corriendo, haciendo volteretas, ver quien saltaba más alto, pero… De repente llegaron muchos pokémon, cada uno más grande que el anterior... Menos algunos, que eran pequeños, no mucho más grande que nosotros.


— ¿Qui-quienes sois? —pregunté intimidada—

— Tú bien deberías saberlo —respondió uno gigante, con voz afeminada—.

— Sí, ¿Que hacéis aquí? —preguntó otro, no mucho más grande que nosotras—

— Na-nada, solamente, nos deja… —cortaron a Laia—

— ¿So-sois Flabébé? —dijo uno mientras se acercaba lentamente—

— Eh… Me temo que sí —contesté—. ¿Por?

— Y… No tenéis flor… —contestó el mismo—

— S-sí —siguió diciendo Alba—.

— ¿No se supone que deberíais de estar muertas? Si no tenéis flor… —siguió hablando el mismo— Si un Flabébé no tiene flor fallece, según mis conocimientos…

— Exacto, pero es que… Acabamos de nacer, llevamos apenas dos horas y pico fuera del cascarón —respondí—.




~ Mientras tanto, en casa de Ly ~
— Mamá, ¿crees que le habrá pasado algo a la hija de Florges? Ya son más de las 12, me he levantado pronto solo para verla y no aparece…


Ly se asomó a la ventana, y vio como la niña de los vecinos acogía con los brazos abiertos a un Flabébé, con una flor amarilla, recién nacida. Sintió una envidia increíble y se fue a su cuarto a llorar tumbada en la cama.




~ Vuelta a las nubes ~
— Pe-pero… ¡Quienes sois! —preguntó gritando Alma— ¡Indentificaros!

— Me parece impresionante que no nos reconozcas… —contestó gritando uno que estaba en el centro, al parecer el más importante— ¿En serio? ¿Nadie? Se supone que los pokémon, incluso recién nacidos, reconocen a los pokémon legendarios.

— ¿¡Po-pokémon legendarios!? —preguntó incrédula Laia—

— Sí, ¿no ves que lo están diciendo? Vaya niña, Arceus mío —contestó Alba—.

— Exacto —dijo el que se estaba acercando antes, sin ver su cara, solo su silueta, hasta que, extrañamente, se le iluminaron los ojos y dio media vuelta completa a la nube, viendo ahora las caras de todos los pokémon—.

— ¿Arceus, Mew, Mewtwo, Shaymin, Azelf, Mesprit, Uxie, Rayquaza, Kyogre, Groudon…? —siguió desconcertada Laia—

— Niña tu eres tontica o que —siguió igual de borde Alba—.


Me empezaba a molestar la conducta de Alba, me daban ganas de cogerla y tirarla por la nube…


— Muy bien, pasad —dijo Mew—.


Me sentía súper especial porque… ¡Mew nos había invitado a entrar a…! ¿A dónde debíamos entrar? Sus ojos tornaron un color amarillo oscuro, haciendo un gran agujero en la nube, viéndose todo el campo de abajo. Pero, de la nada apareció una…


— ¡Una mansión gigante! —gritó sorprendida Laia—

— Sí, es nuestra casa oculta —contestó Azelf—.

— Venga, adelante —insistió Mew—.


Entramos a la casa, era una mansión colosal, el suelo era de mármol, había unas escaleras imperiales, una sala de estar y… Era todo precioso. Y sentados en un sofá había varios pokémon que no eran legendarios:


— ¿Por qué estáis aquí si no sois legendarios? —pregunté—

— Nos llamamos Pseudo-Legendarios —respondió uno que tenía la piel así como viscosa—. ¿Y vosotras por qué estáis aquí?


Y hubo un silencio incómodo.


— Nosotras… —interrumpí— Nosotras vinimos aquí por error y Mew nos invitó a entrar, al parecer quiere decirnos algo.


Realmente, creo que salvé a las demás de morir de vergüenza con tanta gente mirándonos.



~~~~
Pasaron 15 minutos, nos sentamos en un lujoso sofá, y empezamos a hablar.


— Chicas, venid —nos llamó Mew—.

— Voy —dijimos las cinco a la vez—.


Todas nos acercamos y, estaban todos con una gran sonrisa en su cara esperándonos.


— ¿Qu-qué queréis? —preguntó Laia—

— Nos gustaría —tomó la palabra Shaymin— que, al no tener flor, que cada una recogieseis una flor de nuestro jardín real.

— ¿Y-y por qué nos tratáis ta-tan bien? —siguió cuestionándose Laia—

— ¿Pero que pasa? —preguntó riéndose Genesect— Vale que intimidemos, pero nunca haríamos daño a nadie.

— Mirad, en las antiguas leyendas, se decía que los Flabébé eran crías de los legendarios pero, habían tenido algún fallo al nacer. Desde entonces, se ha venerado a los Flabébé como un legendario propio pero, con el paso de los años, esa costumbre se ha ido perdiendo y, ahora se les trata como un pokémon normal y corriente —contó tranquilamente Mewtwo—.

— Entonces, ¿por eso nos respetáis tanto? —preguntó Amaia confusa—

— Exacto, os sentimos como hijas propias. Por eso, ya que no tenéis ninguna flor, os queremos regalar una —dijo Zekrom mientras Genesect y Terrakion abrían una colosal puerta que daba a un inmenso jardín—.

— ¿Có-cómo? —pregunté yo— ¿Nos las regaláis?

— Exacto —dijo Shaymin—. Y dejad ya el interrogatorio.

— Va —se rió Alba—. Entonces… ¿Entramos?

— Sí —contestó Regirock—. Pero, como ya habéis visto, hay flor muy grande y preciosa en el centro del jardín, en una zona elevada. Debéis correr hasta él para ser las primeras y agarraros al pistilo. El que lo agarre, ¡Plam! —hizo un ruido con sus brazos— se la queda.


Por aquellos momentos pensé que me pondría nerviosa y tropezaría (incluso flotando). Pero después, me puse en serio, puse cara de velocidad y…


— Tres… Dos… Uno… ¡YA! —dio la señal de salida Meloetta—


Corrimos las cinco hacia el centro del jardín, por un momento todas íbamos igualadas, pero, mientras Amaia iba quedando atrás, Alba iba avanzando más rápido que nosotras, Alma estaba por detrás mía y Laia estaba a mi altura, una mijita por delante. Pero, de repente, Alma y Laia se pararon y seco, y yo iba a pillar a Alba. Le puse la zancadilla y ¡Zas! Murió (en verdad no, solo se cayó se quedó llorando en el suelo). Por lo tanto, yo me acerqué a la flor y, con mi brazo… ¡Lo toqué! ¡Toqué el pistilo! Acto seguido me agarré a él. No controlaba la situación. Realmente no me lo creía.


— ¡Enhorabuena Gema! —dijeron todos (menos Alba) mientras yo me acercaba a ellos— ¡Te lo has merecido!


Aunque Alba se quejara y todo, yo tenía mi flor y mía era de por vida.


— Sí, Gema —me decía muy de cerca Mew—. Aunque hayas ganado la flor, tiene un precio.


Creo que se notaba el miedo en mi cara.


— No es nada malo, no te preocupes. Solamente debes dejarnos ir a tu hogar de vez en cuando, lo hemos decido entre todos. Aunque, naturalmente, no iremos todos a la vez, iremos de dos en dos o de tres en tres. ¿De acuerdo?

— Claro —sonreí—.


— Así que nada, ¿te dejamos cerca de tu casa? —me preguntó—.

— Sí, por favor —me sonrojé, cosa que casi nunca hago—.

— De acuerdo. ¡Chicos! —chasqueó y vinieron esos Pseudos-Legendarios—

— Ahora mismo, Mew —contestó Salamence—.


Nos fuimos al exterior de la casa, me montó en su lomo y volamos tan alto que veía a Mew a sus compañeros como hormiguitas. Ah, pero pronto empezamos a descender.



~~~~
En apenas cinco minutos me dejó en la puerta de mi casa.


— ¡Muchas gracias Salamence! ¿Nos volveremos a ver?

— Espero que sí —sonrió y se fue—.


Al parecer, Ly escuchó el batir de alas de Salamence y…


— ¡Flabébé! —gritó contenta, me abrazó y empezó llorar de la felicidad y reir— ¡Pensabamos que te había pasado algo!

— Flaabi… —murmuré incómoda yo—

— ¡Guau! ¡Que flor tan bonita tienes! —dijo emocionada—

— Flabe, BÉ —interjeccioné orgullosa—


Me cogió de un pétalo y entró en su casa.

Allí me enseñó a su mamá, vi a mi mamá, a mi hermana (que tenía una flor blanca) y después Ly y yo jugamos hasta casi las nueve de la noche.

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